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Proceso creativo de una distorsión alegre

Hoy quiero compartir con ustedes algunos puntos clave del proceso creativo detrás de esta obra reciente, un proyecto que combina fotomontaje, retoque digital, matte painting e inteligencia artificial. La escena representa un banquete grotesco protagonizado por figuras clownescas, atrapadas en un momento que es tan festivo como inquietante. El título «El Gran Festín «.

La génesis de esta imagen surge de la intención de explorar la contradicción entre el juego y el miedo, entre la risa exagerada y la amenaza latente. Trabajar con personajes como estos —payasos barrocos, maquillados al extremo y teatralizados en exceso— me permitió empujar el concepto de identidad artificial y máscara hasta el límite. Cada uno de ellos fue construido capa por capa, combinando elementos históricos del teatro de máscaras con estéticas propias del horror contemporáneo.

A diferencia de otros trabajos más centrados en atmósferas minimalistas, aquí el desafío fue coordinar un exceso: de color, de detalle, de gesto. La clave estuvo en mantener una composición equilibrada dentro del caos aparente, jerarquizando planos mediante variaciones leves de enfoque y saturación, y usando la iluminación para guiar la mirada entre los protagonistas.

Como siempre, la música fue un elemento crucial en el proceso. En este caso, bandas sonoras de circo antiguo, mezcladas con piezas de cabaret decadente y atmósferas góticas, me ayudaron a entrar en este mundo ambiguo, donde lo festivo se convierte en perturbador. La imagen no busca solo impactar visualmente: sugiere una narrativa oculta, una fábula torcida que el espectador debe completar con su propia imaginación.

Referencias visuales incluyeron desde grabados barrocos y pinturas de Brueghel, hasta diseños de maquillaje teatral y cine de terror psicológico. El objetivo fue crear un banquete visual que no solo alimente los ojos, sino también despierte preguntas sobre lo que realmente celebramos cuando reímos con una máscara puesta.

Rafael Motaniz

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